Él nunca fue un dios, pero creo mundos. Mundos que crecieron y que fueron sólo suyos durante años. Hasta que ella nació. Entonces sus mundos crecieron aún más, porque había una nueva creadora. Y luego él murió. Los mundos enfermaron. Ella los abandonó.
Y quién sabe si la puerta de esa sala dejará algún día de oler a madera muerta.
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