domingo, 7 de septiembre de 2014

A la lápida de alguien a quien quise:

Hay cosas que nunca te dije, y tal vez debería habértelas  dicho. Pero se que aún así tu lo sabías, tu me conocías. Pensé en ello aquel día y otros muchos, igual que pienso en aquel día. ¿Sabes? Ese día incluso reímos un poco, eso podría considerarse una falta de respeto, pero creo que no lo fue, por que a ti te habría gustado que estuviéramos felices, no querías vernos tristes, ¿no? Aún así, creo que no me di cuenta de la verdad hasta llegar allí, en aquel banco de madera, con aquella canción. Creo que fue entonces cuando me di cuenta. Traté de no llorar, por que ese chico no paraba de mirarme, pero me fue imposible. Oh, aquello estaba lleno de gente, al igual que tu estabas llena de amor, lo recuerdo bien. Poco antes del final logré calmarme, o eso pensé. Me pillaron con la guardia baja. Cuando nos disponíamos a salir, ellas estaban allí, y vinieron a abrazarme, a consolarme, a ofrecerme su apoyo. Volví a derrumbarme, pero pude esconderme en aquel abrazo, fue precioso. No recuerdo gran cosa de después. Él no vino, a pesar de que se trataba de ti. Eras tu, era tu adiós, y él no vino. Hubo muchas lágrimas. Nunca les he visto derramar tantas, ni a tantos. Es que todos esos años contigo fueron maravillosos. Cuando decías "Deja a la chica que no coma tomate, a mi madre tampoco le gustaba." o tirabas las cosas a la "Pubela" y comíamos "Carotas". Y como le llamabas papá, y como le faltaste, como nos faltas a todos aún ahora. Vivíamos en conflicto y tu siempre eras pacífica, siempre nos concedías caprichos, siempre tenías justo lo que necesitábamos. Te quería, sin darme cuenta. Nunca lo demostraba, ya sabes como era, como éramos.
                                                                                                                  Gracias por todo.

21:36

Se detuvo junto a la puerta, como todos los días, desde aquello.

Le gustaba observarla, solía ser siempre la última en abandonar la sala, y por eso se detenía junto a la puerta, para poder caminar tras ella, siguiendo sus pasos en silencio. Eso era todo lo que se atrevía a hacer. Habían hablado un par de veces, no mucho, las palabras le salían temblorosas cuando ella estaba cerca. Se sentía débil por ello. Quería acercarse más, acariciar su pelo, tomar sus manos, abrazarla.
Era completamente imposible. Por eso se mantenía lejos, observándola.

Ella salió por la puerta, pasando justo a su lado, llenándole los pulmones con su dulce aroma. Sin percatarse de su existencia.
Y justo después salió él. Él, la prueba de lo imposible, dos veces imposible. Echaron a andar hacía la salida juntos, conversando alegremente.

¿Por qué había tenido que pasarle aquello? ¿Por qué había tenido que enamorarse de ella? Debía esconder sus sentimientos hacía ella.

Al fin y al cabo, no estaba bien que una chica se enamorara de otra chica, sobre todo cuando esa chica estaba enamorada de un chico, ¿verdad?