domingo, 7 de septiembre de 2014

21:36

Se detuvo junto a la puerta, como todos los días, desde aquello.

Le gustaba observarla, solía ser siempre la última en abandonar la sala, y por eso se detenía junto a la puerta, para poder caminar tras ella, siguiendo sus pasos en silencio. Eso era todo lo que se atrevía a hacer. Habían hablado un par de veces, no mucho, las palabras le salían temblorosas cuando ella estaba cerca. Se sentía débil por ello. Quería acercarse más, acariciar su pelo, tomar sus manos, abrazarla.
Era completamente imposible. Por eso se mantenía lejos, observándola.

Ella salió por la puerta, pasando justo a su lado, llenándole los pulmones con su dulce aroma. Sin percatarse de su existencia.
Y justo después salió él. Él, la prueba de lo imposible, dos veces imposible. Echaron a andar hacía la salida juntos, conversando alegremente.

¿Por qué había tenido que pasarle aquello? ¿Por qué había tenido que enamorarse de ella? Debía esconder sus sentimientos hacía ella.

Al fin y al cabo, no estaba bien que una chica se enamorara de otra chica, sobre todo cuando esa chica estaba enamorada de un chico, ¿verdad?

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