viernes, 26 de febrero de 2016

Placaje.

Me niego a admitir que la magia que he poseído y que todavía en ocasiones recorre mis venas trata de alejarse de mí. No quiero caer en mi propio olvido ni dar por muerta mi gracia. Yo he bebido de esta misma fuente. He vuelto a ella una y mil veces, y las mil envuelta en lágrimas. Si he sido derrotada por mi propio espíritu y no puedo vencer en ninguna de mis batallas, no quiere decir que haya perdido, pero así es. Soy todo aquello de lo que carezco y carezco de todo aquello que soy. Y no me encuentro bien, no porque me sienta enferma, aunque tal vez esto sirva como aliño. Me muero. No sé si puedo afrontarlo todo. No sé si puedo seguir trepando. Las ramas crujen bajo mi peso y más de una se ha quebrado ya entre mis manos, he perdido el equilibrio, si es que alguna vez llegué a tenerlo. El mismo frío de siempre. He construido sobre arenas movedizas.

viernes, 19 de febrero de 2016

No te salves. Mario Benedetti.

No te quedes inmóvil 
al borde del camino 
no congeles el júbilo 
no quieras con desgana 
no te salves ahora 
ni nunca 
no te salves 
no te llenes de calma 
no reserves del mundo 
sólo un rincón tranquilo 
no dejes caer los párpados 
pesados como juicios 
no te quedes sin labios 
no te duermas sin sueño 
no te pienses sin sangre 
no te juzgues sin tiempo 

 pero si 
pese a todo 
no puedes evitarlo 
y congelas el júbilo 
y quieres con desgana 
y te salvas ahora 
y te llenas de calma 
y reservas del mundo 
sólo un rincón tranquilo 
y dejas caer los párpados 
pesados como juicios 
y te secas sin labios 
y te duermes sin sueño 
y te piensas sin sangre 
y te juzgas sin tiempo 
y te quedas inmóvil 
al borde del camino 
y te salvas 
entonces 

no te quedes conmigo.

viernes, 5 de febrero de 2016

Todo. JT.

Me emocioné. Hay un Todo para Nada. Lo cual es principio es precioso, pero a la vez podría ser decepcionante. Aunque realmente no es por eso por lo que escribo hoy. Hoy siento que vibran mis paredes y que quiero saltar por encima de mis techos. Y correr. Y Saltar. Salir de aquí. Morir mil veces. Quiero respirar. Probablemente termine por no hacerlo, maldita sea. Tengo la piel de gallina. Estoy asombrosamente viva ahora mismo. Pero no puedo, no debo pararme a pensar porque no quiero perder esta tremenda sensación de euforia y libertad. Y al mismo tiempo, debo pensar, debo frenarme y caminar cuidadosamente. ¡Pero no quiero hacerlo, no ahora! Ahora quiero explotar y hacer caer todas las paredes del mundo. Quiero gritarle a las nubes y ordenarles que cambien su forma y se dobleguen ante mí. Quiero subir el volumen y que todos los acordes se estrellen en mi pecho al mismo tiempo, quiero perderme una vez más. Quiero tirarme de cien cornisas distintas y volar en todas ellas. Ahora mismo soy inmortal.

miércoles, 3 de febrero de 2016

Lo que no importa.

Cuando te enamoras de alguien. O no, simplemente, cuando quieres a alguien. Cuando te sientes bien junto a una persona y la aprecias de verdad. ¿Importa algo quién o cómo sea? Si una persona te hace sonreír por el simple hecho de existir (aunque a veces no sea así de bonito, pero claro, eso es completamente humano), ¿Qué más da su aspecto? ¿Qué más da su acento? ¿Vas a privarte de la compañía de alguien así sólo porque no eres capaz de aceptar su orientación sexual? O lo que es peor, ¿vas a irrumpir en la vida de alguien para lanzar a su espalda puñales de palabras hirientes por el mero hecho de que no comparte su opinión? No creo que valga la pena. Lo que de verdad importa de las personas es lo que no ves con los ojos. Importa lo que ves con la mente, con el corazón. Importa la cantidad de sonrisas que puede sacarte alguien. ¿Acaso vas a dejar de amar a alguien por sentirse dentro de un cuerpo que no es el suyo? No, si dejas de amar por razones así es que nunca has amado realmente. Si dejas de amar por las cosas que no importan, tal vez ni siquiera sepas lo que es el amor, lo que es la amistad.

martes, 2 de febrero de 2016