Me niego a admitir que la magia que he poseído y que todavía en ocasiones recorre mis venas trata de alejarse de mí. No quiero caer en mi propio olvido ni dar por muerta mi gracia. Yo he bebido de esta misma fuente. He vuelto a ella una y mil veces, y las mil envuelta en lágrimas. Si he sido derrotada por mi propio espíritu y no puedo vencer en ninguna de mis batallas, no quiere decir que haya perdido, pero así es. Soy todo aquello de lo que carezco y carezco de todo aquello que soy. Y no me encuentro bien, no porque me sienta enferma, aunque tal vez esto sirva como aliño. Me muero. No sé si puedo afrontarlo todo. No sé si puedo seguir trepando. Las ramas crujen bajo mi peso y más de una se ha quebrado ya entre mis manos, he perdido el equilibrio, si es que alguna vez llegué a tenerlo. El mismo frío de siempre. He construido sobre arenas movedizas.
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