domingo, 30 de noviembre de 2014

Spirit

La una película que ha sido siempre mi favorita, la que no podía dejar de ver cuando era pequeña. Probablemente la que me adentró en mi amor hacia los caballos. Me recuerdo a mi misma sentada delante de la televisión, muy cerca, abrazada a Plo mientras veía la película, y jamás me cansé. Es especial de alguna forma.

jueves, 13 de noviembre de 2014

2 de Febrero de 2014

Y esta era yo aquel día de Febrero siendo cruel con Nelson:


<Eh Nelson, ¿quieres oírlo otra vez?

Ni siquiera tenías un año de edad, y a pesar de ello, lo recuerdas todo con asombrosa claridad.
Intentabas alcanzar tu pequeño oso de peluche estirando tus bracitos entre los barrotes de la cuna. Entonces escuchaste aquel ruido, nunca antes lo habías oído, nunca antes habían entrado en casa tirado la puerta abajo. Luego vinieron los gritos de tu padre, ¿te acuerdas? Le dijo a tu madre que él se encargaría de aquellos hombres gigantescos que, además, iban armados, le dijo a tu madre que ella debía ponerte a salvo. Seguramente ella y tu fuisteis en lo último que pensó antes de que aquellos hombres sin escrúpulos separaran su cabeza del resto de su cuerpo y pintaran las paredes con su sangre. Pero tu eso no lo viste, sin embargo, pudiste ver a tu madre. Entró corriendo en tu habitación, tú estabas tan confuso que n siquiera podías llorar. Al ver a tu madre pensaste por un momento que todo estaba bien. Que feliz momento. Luego el primero de aquellos hombres entró en la habitación y agarró a tu madre por un brazo antes de que ella pudiera llegar hasta ti. ¿Recuerdas como intentó defenderse y alcanzarte? Pero fue inútil. Aquellos hombres se divirtieron con ella, le dedicaron a su muerte más tiempo que a la de tu padre. La torturaron frente a tus ojos. Empezaron cortándole los pies, parecía doloroso, pero no se comparaba con el dolor que sentía ella por no poder alcanzarte y ponerte a salvo. ¿Recuerdas sus ojos derramando lágrimas? ¿Recuerdas como se los arrancaron después? Entonces ella ya ni siquiera pudo verte, tampoco podía llorar. La invadía el dolor. Y tú estabas ahí, en tu cuna, contemplándolo todo, tan confuso que no podías llorar. ¿Recuerdas como se deleitaron jugando con ella? Le clavaban los cuchillos aquí y allá. Tu madre agonizó durante minutos eternos. Hasta que murió. Entonces fue cuando aprendiste a llorar en silencio. Ya poco te importaba aquel osito de peluche que jamás llegaste a alcanzar. Por primera vez en tu vida, tenías miedo.>

Miedo



<-Corre.
-¿Correr? ¿A dónde? ¿Por qué? 
-No importa donde, no importa, corre, vete, tan lejos como puedas ¡Ya!
-¿Qué está pasando? ¡No voy a moverme hasta que no me des una explicación!
-¡No lo sé! ¿¡Vale!? ¡No tengo ni idea! ¡Pero por esta vez, tienes que hacerme caso! ¡Corre!
Su cara daba miedo, nunca le había visto así, siempre estaba serio, eso no era normal, no en él, ¿por qué tenía que correr? ¿Tenía que huir del sol o del cielo azul? ¿De las mariposas que volaban en el parque? ¿De los niños que jugaban en los toboganes? ¿Por qué me gritaba de esa manera en medio del parque? ¿Por qué nadie se daba cuenta? ¿Por qué?
Miré su cara una vez más. Miedo. Terror. Pánico. Me levanté y me alejé de él. ¿Por qué? ¿Por qué se ponía así? Lo único tenebroso en el parque era él... Él...
Corrí, tan veloz como mis piernas me lo permitieron. Estaba aterrorizado, asustado. Huía, huía de él. ¿Por qué? ¿Por qué estaba huyendo de él? Ni siquiera yo podía entenderlo, pero seguía asustado y no podía dejar de correr. Tropecé, una y otra vez, y también caí, pero no me importó, tenía que seguir corriendo, como si mi vida dependiera de ello. No pude dejar de correr hasta que la vi. 
Había una puerta. Estaba ahí, en el bosque. No sé en qué momento entré en el bosque, ni en que parte del mismo estaba, pero jamás había visto una puerta en el bosque. No había nada alrededor de la puerta. No quise abrirla, me dio miedo. Miedo. El miedo me había atrapado en cuestión de segundos, me había atraído hacia él. Quería devorarme. La puerta. Quería devorarme. El miedo. Quería devorarme. Intenté retroceder. No valía la pena preguntarme el por qué. La puerta se abrió. Mis pies parecían moverse a cámara lenta. Oscuridad. No, oscuridad no. Miedo. El Miedo abrió la puerta. Quería devorarme. Hubiese jurado que estaba sonriendo. El Miedo me sonreía. No tenía cuerpo ni forma, pero sonreía. Se acercó a mí y me susurró "Deja que te abrace". Segundos después dejé de existir. Ya no existo. Mi cuerpo humano ha desaparecido. 
Ahora soy Miedo.>




Escribí esto el 5 de Abril de 2013, en TwitLonger (por penoso que suene)

lunes, 10 de noviembre de 2014

Tic, tac y gatos

Tic, tac, tic, tac, tic, tac, tic, tac

En la habitación sólo se escuchaba el lento pasar de los segundos, aunque, prestando mucha atención, bajo aquel sonido pesado e impaciente podía escucharse la suave respiración de un gato, que dormía acurrucado cómodamente sobre la cama.

Tic, tac, tic, tac, tic, tac, tic, tac

Al sonido del reloj se sobrepuso el de unas pisadas, cada vez más cercanas, después el movimiento de una silla con ruedas, precediendo a la música de las teclas. 
Tal vez fue ese nuevo sonido el que despertó al gato. Alzó la vista, con los ojos entreabiertos, miró a la persona sentada frente a él y volvió a acomodarse, esta vez con la cabeza sobre la almohada. 

Tic, tac, tic, tac, tic, tac, tic, tac

Más allá de los segundos y las teclas, en el pasillo, otros dos sonidos se mezclaban. Desde arriba, tras la última puerta del pasillo el sonido de personas hablando desde la pantalla de un teléfono móvil. Desde abajo, las voces de dos personas y el murmullo de la televisión encendida.

Tic, tac, tic, tac, tic, tac, tic, tac

El gato seguía dormido, ajeno a los sonidos que aparecían y desaparecían rápidos, como la risa suave del fondo del pasillo, o el vibrar de otro móvil contra la madera del cajón. No le molestaban los segundos ni las teclas. Ni siquiera el caótico sonido de los pensamientos de la persona frente a él.

Tic, tac, tic, tac, tic, tac, tic, tac

Todo lo que el gato había hecho aquel día, como muchos otros, había sido aquello mismo, dormir. También había comido y recibido cariño, y quizá hubiera jugado un poco con la gatita con la que vivía. Tal vez hubiera molestado al perro, o al otro gato, más grande y gruñón que él.

Tic, tac, tic, tac, tic, tac, tic, tac

Parecía cómodo durmiendo. Parecía cómodo siendo un gato. Y a la persona sentada frente a él le alegró que estuviera cómodo con aquella vida. Era un gato feliz. Los gatos hacen felices a las personas. Así que la persona sentada frente a él fue doblemente feliz, triplemente feliz.

Tic, tac, tic, tac, tic, tac, tic, tac

martes, 4 de noviembre de 2014

Yuri (No, enserio, el título que le puse a esto fue "yuri")

Tayla estaba a punto de salir de los vestuarios cuando escuchó pasos, sin saber exactamente por qué, corrió a esconderse tras las taquillas. Era ella.
Entró cerrando la puerta tras de si, y comenzó a desnudarse creyendo ser la única allí. Pero no era la única, Tayla estaba ahí, observándola en silencio. El cuerpo de Flora era bello y fino, y parecía ser increíblemente suave. Tayla querría haber salido de su escondite para comprobarlo, le habría encantado rodearla con sus brazos, acariciar sus pechos lentamente y suspirar sobre sus labios. Le habría gustado hacerlo y no soltarla jamás, y que permanecieran por siempre juntas. Pero no podía. Tayla sabía que lo que sentía por Flora no era correcto. Era un tabú. Estaba prohibido. Ambas eran mujeres. Aquello estaba mal. Pero a pesar de todo Tayla se quedó ahí, escondida, observando, hasta que ella se marchó. Y luego, desolada por el convencimiento de su amor imposible, lloró hasta quedarse sin lágrimas y prometerse que nunca volvería a amar. A nadie.

Querida Kaya*

Querida Kaya:

Aún no se por que motivo comenzaste a seguirme, a interesarte en mi, pero seguramente esa fue una muy mala decisión. Te lo dije y te lo repito, yo no te salvé, fue una coincidencia, iba a matar a ese tipo de todas formas. Pero tu pensaste que había ido a salvarte y me diste las gracias. Traté de librarme de ti de mil formas distintas. ¿Por qué me seguiste después de lo mal que te traté? Te dije cientos de veces que no correspondería tus sentimientos. Sé que te dolía y sé que tratabas de ocultármelo. Cuidaste de mi procurando que no me diera cuenta de todos tus esfuerzos, hiciste tantísimas cosas por mi... Nunca te lo agradecí, solamente te dedicaba palabras de desprecio. Y tú, mientras tanto, entraste poco a poco en mi vida, llena de odio y deseos de venganza, justo como no quería que pasara. Pero lo hiciste, y soportaste todo ese peso sobre tus hombros, y me ayudaste.
Hiciste todo aquello sin pedir explicaciones, y es lo mínimo que mereces, Kaya. Así que deja que te cuente mi historia.
          Buscaré la forma de compensarte por todo.
   
                                                                          Nelson













*Bueno, a ver. Para empezar, cuando el personaje y la historia de Nelson llevaban ya unos tres o cuatro años vivos, apareció "la chica". Kaya no es su nombre "oficial", solo uno de los muchos que ha tenido, por que ninguno me convence. Y eso.
cae-lanion luhial
di mari felanua
kreata tu ciar
tu alaran di
driella. amauen.
loesi an delian.
tu nia ver ruhlan
Felurian thae




-Crónica del asesino de reyes, Felurian

sábado, 1 de noviembre de 2014

La verdad es que no me gusta como quedan las entradas sin título

He llegado a cama hace como treinta minutos. Un bus debería haberme traído hace casi dos horas.

Tenía intención de escribir desde hace un ratito. Pero mis pensamientos se han salido de órbita y me he puesto ligeramente triste.
Echar de menos te demuestra a ti mismo que quieres a él alguien o algo que echas de menos, pero cuando te das cuenta de eso, duele un poquito.

La espera en la calle ha sido fría. Por el frío que hacía. Era ese tipo de frío que se te clava en la piel poco a poco y no te abandona, ni siquiera cuando ya estás en la cama bien tapadito. Echar de menos el calor de alguien aumenta el frío.

No suelo ser cursi en el basurero (esto es mi basurero, con amor), pero es como estoy. Tengo frío y echo de menos, y me siento egoísta. Me siento bastantes cosas, pero son las que priorizan ahora. Lo cual seguramente sea bueno, por que no quiero que prioricen otras.

Ayer (No se a que hora publicaré esto, pero son las 23:44 del 1 de noviembre ahora) fue Halloween y esa suele ser la noche del terror. Para mi no fue terrorífica, pero lo pasé muy bien, muy muy bien. Aunque fue poco. Siempre es poco. Últimamente también me siento poco satisfecha con el tiempo y su forma injusta de pasar. Últimamente imagino bastante mi futuro, no solía hacerlo, hay formas algo agobiantes de pensar en el futuro, otras son bonitas y me vuelvo más impaciente. Últimamente hay muchas cosas nuevas en mi, y me gusta. Aunque aún no me he acostumbrado, hay cosas que me cuestan, como controlarme y echar de menos, por ejemplo.

Me gusta esa barrita intermitente que espera a que escriba. Me gusta mirarla, de un modo u otro es bonita.

Creo que de momento voy a dejarlo aquí. Esto tiene muchos párrafos. Y no mucha coherencia, aunque eso suele ser habitual en mi.