He llegado a cama hace como treinta minutos. Un bus debería haberme traído hace casi dos horas.
Tenía intención de escribir desde hace un ratito. Pero mis pensamientos se han salido de órbita y me he puesto ligeramente triste.
Echar de menos te demuestra a ti mismo que quieres a él alguien o algo que echas de menos, pero cuando te das cuenta de eso, duele un poquito.
La espera en la calle ha sido fría. Por el frío que hacía. Era ese tipo de frío que se te clava en la piel poco a poco y no te abandona, ni siquiera cuando ya estás en la cama bien tapadito. Echar de menos el calor de alguien aumenta el frío.
No suelo ser cursi en el basurero (esto es mi basurero, con amor), pero es como estoy. Tengo frío y echo de menos, y me siento egoísta. Me siento bastantes cosas, pero son las que priorizan ahora. Lo cual seguramente sea bueno, por que no quiero que prioricen otras.
Ayer (No se a que hora publicaré esto, pero son las 23:44 del 1 de noviembre ahora) fue Halloween y esa suele ser la noche del terror. Para mi no fue terrorífica, pero lo pasé muy bien, muy muy bien. Aunque fue poco. Siempre es poco. Últimamente también me siento poco satisfecha con el tiempo y su forma injusta de pasar. Últimamente imagino bastante mi futuro, no solía hacerlo, hay formas algo agobiantes de pensar en el futuro, otras son bonitas y me vuelvo más impaciente. Últimamente hay muchas cosas nuevas en mi, y me gusta. Aunque aún no me he acostumbrado, hay cosas que me cuestan, como controlarme y echar de menos, por ejemplo.
Me gusta esa barrita intermitente que espera a que escriba. Me gusta mirarla, de un modo u otro es bonita.
Creo que de momento voy a dejarlo aquí. Esto tiene muchos párrafos. Y no mucha coherencia, aunque eso suele ser habitual en mi.
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