jueves, 28 de mayo de 2015

Tengo un problema

Mi problema son los libros. Quiero llenar los huecos que no existen en mi estantería. La pobre ya está bastante llena, es cierto que en ella no caben más libros (además, las dos baldas inferiores guardan más cosas a parte de libros) pero... Tanto ella como yo sabemos que aunque no haya espacio, los necesitamos. ¿Qué? No es culpa mía. Son ellos, los escritores. Que un buen día deciden sacar un libro que a mis ojos parece maravilloso y que despierta ese sentimiento de querer leerlo a toda costa. Y entonces es cuando, un buen día, paso por delante de una librería y decido entrar. La mayor parte de sus estanterías gritan mi nombre, todos los libros ruegan que cargue su peso en mi mochila y los lleve a casa. Y siempre nos separa la maldita etiqueta con el precio. Tienes que elegir uno entre cientos. Oh, eso también resulta horrible. Porque tal vez tenga la intención de ir a por un libro en especial, pero entonces uno que no conocía me llama suavemente, con una voz seductora y me hechiza de tal modo que lo llevo a casa sin pensarlo. Esto no hace más que aumentar la lista de mis libros deseados. Para cuando consigo uno, diez, veinte, cincuenta más tratan de seducirme.

martes, 26 de mayo de 2015

Viva el Spam

Resulta que mi blog literario favorito (Y otro que hasta ahora no conocía) han llegado a 200 seguidores  (¡FELICIDADES!) y hacen un concurso/sorteo/"gyncana"/cosa con pinta muy chachi con preguntas sobre libros (Que me parece muy genial y tengo muchas ganas de jugar, a ver si no meto mucho la pata). Así que por si da la casualidad de que alguien entra aquí y lee esto, ¡participar es divertido! Bueno, yo tengo que ponerme a releer mi estantería entera.
(Bueno, no sé si es que soy demasiado torpe o qué, pero no se poner banners, así que lo dejo en forma de imagen.)



El tintero abierto (blog que ya conocía y que <3)
Cristina entre letras (blog que a partir de ahora voy a conocer muy bien)

Nunca tuve más clara mi inocencia.

No te culpo por no querer ser esclavo de la luna.
Ser esclavo de los astros es duro y mal pagado.
Te culpo por declararte libremente amante del amor sin serlo.
Por no cumplir las promesas ni antes ni después.
No te culpo por la prisión en la que te encuentras.
Ni por la profundidad del agujero en el que estás.
Te culpo por rechazar la mano amiga.
El consejo de alguien, tal vez no más sabio.
Te culpo por las mentiras que hiciste falsas verdades.
Te culpo por usar la ira acumulada contra el ser inocente.
Te culpo por el morado doloroso dentro de los tonos rosados.
Te culpo por el porcentaje que ingerías cada noche.
Te culpo por denegar de tus tareas genéticas.
Te culpo por la agresividad de tus verbos y gestos.
Te culpo por los años en los que te protegí.
Te culpo por crear a mi fiel acompañante en la niñez.
Te culpo por tus crímenes, porque son crímenes.
Te culpo por más de mil litros salados.
Te culpo por obligarme a ser fuerte.
Te culpo por la crueldad que me enseñaste.
Te culpo por aquellas sesiones en un aula diminuta.
Te culpo por tu peso sobre mi espalda.
Te culpo por obligar a madurar violentamente.
Te culpo por aquellas navidades sin navidad.
Te culpo por veranos convertidos en infiernos.
Te culpo por las tazas para el agua.
Te culpo por los cientos de latas.
Te culpo por las toallas usadas que fingían ser almohadas.
Te culpo por las madrugadas observando la luna.
Te culpo por los escalofríos hirientes.
Te culpo por... Maldita sea, por un millón de cosas.
Desataste la ira del yo más pacífico y lo derrumbaste con dolor.
Pero juro, que por más que duela, tuya es mi sangre.
Y los buenos recuerdos que asustados, se esconden en un rincón de mi mente,
sirven sólo para causar aún más dolor.
Porque aún confío en que nunca has conocido al monstruo que habita en tu interior.

lunes, 18 de mayo de 2015

Cartas

Veo en tus versos palabras sencillas que hablan de cosas complicadas.
Silencios oportunos que se llenan de miradas.
Que en realidad no son silencios, pero yo no oigo nada.
Todos mis sentidos apuntan hacia ti, como una brújula alocada.
Como si el mundo se creara directamente bajo tus pies.
Tengo la sensación de que el sol brilla solo para poder verte.
Y que los pájaros cantan para tratar de llamar tu atención.
Creía que el arte estaba encerrada en museos y edificios elegantes.
Maldita sea, pensaba que sabía qué era el amor.
Ahora sé que contemplarte es un arte que inspira a mil poetas.
Tus miradas son las llamas de la hoguera de mi alma.
En mis sueños chocas siempre contra mi almohada.
He escrito cartas de amor bajo la atenta mirada de Luna.
Las he escondido todas en el cajón de la mesilla.
Porque por muchas palabras que escriba, nunca seré capaz de decirlo.

miércoles, 13 de mayo de 2015

De poetas suicidas

Escribía en verso y daba color a las nubes,
en su pluma brillaban mil y una voces.
Le cantaba a las flores y estas suspiraban,
hacía de las palabras amor.
De voz suave, susurrante,
las montañas discutían por el eco de sus pisadas.
Nadie contó leyendas, nadie supo su nombre.
Las rocas eran suyas, sus miradas domaban el aire.
No fue un cuento, era de piel, también de hueso,
pero por dentro era todo versos.
Sí, al cortarse sangraba, como todos,
aunque en el rojo había letras disfrazadas de glóbulos.
Era el poeta personal de la luna,
el amante de mil estrellas.
Poeta suicida sin capa ni espada.
Llego a él Muerte buscando su soneto.
La arrogancia del hombre en verso mató al hombre.
Era el poeta de los mares y los lagos.
Poseía las palabras más hermosas,
y el aire y las nubes y la luna eran suyas.
Amó. Lo amó todo, y todo lo escribió.
Y todo correspondió.
Pero Ella, fría y pálida, no lo amó.
Sus estrofas no calentaban las almas muertas.
Poeta suicida.
Creyó que Muerte sería suya.
Y a cambio, murió.
Muerte lo ha hecho suyo.
Parte de su colección.
La ciudad de poetas suicidas.
Con muros de versos muertos,
de poetas que amaron.
Muerte no encontró calor en ellos.
Muerte no amó.
No hubo poeta suicida que calmara su dolor.

miércoles, 6 de mayo de 2015

Existió

Él nunca fue un dios, pero creo mundos. Mundos que crecieron y que fueron sólo suyos durante años. Hasta que ella nació. Entonces sus mundos crecieron aún más, porque había una nueva creadora. Y luego él murió. Los mundos enfermaron. Ella los abandonó.

Y quién sabe si la puerta de esa sala dejará algún día de oler a madera muerta.

Mundo sin luz.

-Quiero ser más fuerte- la voz que hablaba era la de un niño, la mujer que era ahora líder delos verdes se agacho a su altura-. Y vencer a la oscuridad.
-Muy bien, entonces hazlo.
-Y quiero un nombre.
Entonces la mujer se puso en pie, seria. Nada ni nadie tenía nombre en aquel mundo, los nombres no habían sido creados y nadie había osado pedir uno. ¿Cómo se atrevía pues aquel niño a exigir un nombre?
-Tener un nombre me hará fuerte.- afirmó el pequeño llevándose la mano al pecho-. Lo siento aquí dentro.
-Si quieres un nombre no vengas a pedírmelo a mí. Ocúpate de ti mismo.
-Encontraré un buen nombre.- Afirmó muy seguro de sí mismo-. Derrotaré a los enemigos y no habrá nadie más fuerte que yo. Traeré la luz al mundo.

Lo que el niño no sabía era que no había ningún enemigo. Las dos razas que se consideraban mutuamente enemigos no eran culpables de la negrura que ocupaba su mundo. Sólo había una forma de recuperar la luz.