sábado, 15 de marzo de 2014

Melanie.

-¿Ha quedado ya tu alma destrozada? ¿Se han roto por fin los hilos que mantenían tu corazón fuerte? Dime, ¿te has rendido ahora?

Las lágrimas caían por sus ojos mientras ella escondía la cara entre las rodillas. Tal vez para protegerse, tal vez para no verle, tal ver para que él no la viera. Pero su devastadora presencia le dolía, como una piedra cayendo una y otra vez en el interior de su pecho.

-Contesta Melanie.- Él insistió de nuevo, divirtiéndose con el dolor que causaba.- Te duele, ¿no es cierto? ¿No es cierto que desearías morir? Dime, ¿quién tiene la culpa de tu dolor? Eso es lo peor, ¿a que sí? Por que sabes que realmente todo es culpa tuya, fuiste tu quién escogió, y lo hiciste mal pequeña Mel. Y ahora lloras como si tan solo fueras una víctima, pero tu sabes que no es así, lo sabes. ¿Quién más está llorando ahora por tu culpa, Melanie? Vamos, dilo, ¡dilo! No tienes el valor necesario para tomar el camino correcto, no tienes el valor necesario para quitarte la vida, ni siquiera tienes el valor necesario para admitir que todo esto es culpa tuya. ¿Y qué vas a hacer? ¿piensas esconderte y huir de nuevo? Sabes que eso no funcionará de nuevo, volveré a encontrarte, volveré a perseguirte, volveré a atormentarte. Y sabes por que, lo sabes Melanie, lo sabes. Yo no soy el loco aquí, ambos lo sabemos. Los demás pueden decir lo que quieras, están equivocados, lo están por que creyeron todas tus mentiras, ¿sabes? ahora me señalan a mis espaldas cuando creen que no puedo verlos, ellos piensan que yo soy el loco, pero no tienen ni idea de quién eres realmente. Tranquila pequeña Mel, yo si sé quién eres, yo si sé lo que has hecho. No puedes escapar de mi. No puedes recurrir a nadie, aquellos que podrían haberte salvado lloran ahora por tu culpa, aquellos que podrían haberte protegido han muerto por tu causa sin siquiera conócela. ¿De verdad puedes vivir con eso? Eres un ser horrible, realmente horrible. Me das asco.

-¡Cállate!- gritó Melanie tapándose los oídos con fuerza- ¡Cállate! ¡No tienes derecho a juzgarme!

La sonrisa en el rostro de él desapareció. Se arrodilló frente a Melanie y acarició su rostro en un gesto que de haber sido hecho por otras manos habría resultado dulce, pero que en las suyas provocaba terror.

-Oh, Melanie. Melanie. Melanie. Lo sé, no puedes soportarlo. Lo sé, la verdad duele. Lo sé. Melanie. Ya no te queda nadie, nada, sólo yo y el peso, el dolor de tu verdad. ¿Qué vas a hacer?

Él se apartó de ella, se acercó a una mesa y de uno de los cajones sacó una pistola, luego volvió  arrodillarse frente a Melanie, con los ojos brillantes, como si estuviera a punto de llorar.

-¿Sabes Melanie? Yo te quería, yo te quiero. Oh, Melanie, perdí la cabeza por ti. Mira en lo que me has convertido, ¡mírame!- Las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas mientras él apretaba la pistola contra su pecho.- Ya no soy nada pequeña Mel. Nada. Pero eso no importa, ¿sabes que? ya nada importa, ni siquiera tu. Nada.

Aferró la pistola con manos temblorosas mientras las lágrimas seguían resbalando por su rostro. Llevó un dedo al gatillo y dirigió el cañón de la pistola hacia su sien.

-Dylan...

El sonido del disparo se escuchó como algo irreal, como si en realidad no hubiera ocurrido, pero el cuerpo del chico muerto frente a Melanie contaba aún esa aterradora verdad.

Eh, Melanie, ¿qué harás ahora?

5 comentarios:

  1. Este tengo que admitir que esta entrada me encanta lo has echo mu bien

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  2. Da miedo lo bien q escribes, pero sea mas miedo pensar d donde aacas las ideas

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  3. Da miedo lo bien q escribes, pero sea mas miedo pensar d donde aacas las ideas

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