Reconocería el sonido de sus pisadas en cualquier parte, simplemente no esperaba escucharlo aquí, no esperaba que fuese él quien cruzase el marco de la puerta. Su expresión me dice que él no está sorprendido, que sabía que iba a encontrarme aquí, y eso tampoco me lo esperaba. Me había asegurado de salir de su camino, ¿qué hace él aquí? Respiro hondo, no quiero volver a echarlo todo por la borda. Extiendo la mano a modo de saludo, pero lo ignora y se lanza a darme un abrazo, estrechándome entre sus brazos. Me hace sentir como si estuviera apretando mi corazón en un puño. Parece feliz de verme y era lo último que esperaba. Y cedo, porque en realidad sé que esto es lo que llevo esperando meses, sino años, lo que me ha mantenido en tensión todo este tiempo. Sé que me pongo de mal humor cuando alguien dice su nombre porque le echo de menos. Pensaba que solo era una molestía para él, pero está aquí, estrechándome entre sus brazos, así que me rindo y le rodeo con los míos. Es la mejor sensación del mundo, siento que me he quitado un peso de encima, que me relajo. Y me atrevo a subir una mano hasta su pelo, se lo ha cortado. Tengo que hacer mi mejor esfuerzo para no echarme a llorar cuando habla pegado a mi cuello.
- Te he echado de menos.
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