Ayer tuve un buen día.
Muy bueno, en realidad,
sobre todo si comparamos.
Fui capaz de levantarme,
fui productiva,
pasé un buen rato con mis amigos.
Tal vez por eso no publiqué a tiempo,
seguramente fue por eso.
Hasta hace poco hoy había sido igual.
Pero ha habido un punto horrible,
un detalle diminuto,
que me ha empujado con demasiada fuerza
y he caído en la realidad a la que pertenezco.
Da igual que me disfrace y corra,
porque al final siempre está ahí.
Estos don mis 10 minutos de soledad,
de sinceridad.
Quería - me hubiese gustado- que esto fuera,
como el título, una catarsis.
Liberarme de toda la mierda que ha sido este escapril.
Y si hubiese escrito cuando tocaba habría sido así.
Pero ahora vuelvo a sentirme como siempre.
Al menos no estoy mareada.
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