Él sonríe victorioso y me tiende la mano. Sabe que al final él es la única constante que tengo. Sabe que aunque me duela es mi único refugio, mi cárcel. Y tomarle la mano es cómo recuperar un viejo hábito, como volver a esconderse bajo las mantas. Lo sabe. Lo sabe todo acerca de mí. Supongo que por eso es mi mejor amigo.
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