domingo, 3 de enero de 2016

A veces olvidamos.

Olvidamos las cosas más puras y bellas de la vida. Encerramos las almas en las firmes paredes construidas con los números de la formalidad y la responsabilidad, paredes que al fin y al cabo son necesarias para vivir, que evitan que se nos caiga el techo encima, pero no lo son todo. Porque necesitamos ventanas en nuestras paredes. Y una puerta que nos permita salir de vez en cuando, para escapar a ese otro mundo, también necesario y mucho, mucho más tentador. El mundo en el que residen todas esas cosas que hacen que se agite tu corazón, que hacen que llores amargamente y también de alegría. Las emociones fuertes son las que están más allá de las paredes que nos traen quebraderos de cabeza y seguridad. Aunque no siempre es tan idílico como parece, al igual que no todos los sentimientos son felices, de eso se trata. De lo que a veces olvidamos.

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