martes, 25 de agosto de 2015

Sigue durmiendo.

Porque cuando despiertes, volverás a la terrible realidad de saber que no la mereces. Y te encerrarás de nuevo bajo la falsa sonrisa y las estúpidas excusas que no engañan a nadie. Sabes que no la mereces. Que te comportas como un capullo. Pero no haces nada. Te metes en tu maldito taller y finges que eres alguien y que no haces ningún daño. Pero sabes de sobra que lo que ha ocurrido es culpa tuya. Sabes que ella sería libre si no la hubieras encerrado en tu preciosa jaula de mentiras. Porque ella es la única que no puede verlo. Cegada por el amor envenenado que siente por ti. Así que espero que empieces a tratarla como de verdad merece. Porque yo no renuncié a ella por ti, querido amigo. Yo renuncié a ella porque vi el amor reflejado en sus ojos, ojos que te reflejaban a ti. Nunca, nunca, desde el principio, no la merecías. Eso podía pasarlo por alto. Pero no tu absurda forma de hacerle daño por nada. La abandonas cuando te sientes superado por la situación. Y corres a esconderte en tu taller de madera. Mientras ella se dedica a ser fuerte sola, porque has vuelto a fallarle. Amigo mío, este es el último aviso. Si no empiezas a tratarla como merece, no dudaré en ser yo quien la proteja de ti.
Así que despierta de una vez.

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