Ni tan siquiera una escritora de verdad. Aunque por decirlo me llamen pesimista aquellos que me animan a perseguir un sueño que siempre a vivido medio muerto.
La inspiración, al menos para mí, es un ser escurridizo cruel y hermoso, al que le he dado nombre y alas. Un ser que huye de mí, dejándome, con suerte, una sonrisa.
Y no puedo conjurarlo, no existe un hechizo con el que invocarla, Soy como un esclavo, vivo atada a su capricho. Nunca se apiada de mí. Destroza mi alma cuando acabo de morir. Y si no me lanzo a escribir en ese preciso instante, sea la hora que sea, me abandona. Y llena su ausencia con un silencio terrible.
Por esto, nunca podré ser buena escritora. No podría cumplir los plazos. Hace más de diez años que creé mi propio universo. Aún a día de hoy, desconozco la forma que tiene. Tan sólo he visitado un par de mundos. No tengo ningún mapa, y su geografía es terrible y enrevesada.
Tengo cuadernos de principio de primaria llenos de ejercicios de caligrafía y mi primer intento de novela. Sí, empecé a escribir cuando aprendí a escribir. Y a día de hoy no soy capaz de dominar ese impulso. En los mundos que he creado las brújulas no funcionan. Estoy terriblemente perdida. Y tengo suerte de que esté sonando esta canción. Es la canción que en este momento me permite recordar esa sonrisa. Y por ello soy capaz de escribir estas líneas.
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