martes, 25 de agosto de 2015
Sigue durmiendo.
Así que despierta de una vez.
Nunca seré un BestSeller
La inspiración, al menos para mí, es un ser escurridizo cruel y hermoso, al que le he dado nombre y alas. Un ser que huye de mí, dejándome, con suerte, una sonrisa.
Y no puedo conjurarlo, no existe un hechizo con el que invocarla, Soy como un esclavo, vivo atada a su capricho. Nunca se apiada de mí. Destroza mi alma cuando acabo de morir. Y si no me lanzo a escribir en ese preciso instante, sea la hora que sea, me abandona. Y llena su ausencia con un silencio terrible.
Por esto, nunca podré ser buena escritora. No podría cumplir los plazos. Hace más de diez años que creé mi propio universo. Aún a día de hoy, desconozco la forma que tiene. Tan sólo he visitado un par de mundos. No tengo ningún mapa, y su geografía es terrible y enrevesada.
Tengo cuadernos de principio de primaria llenos de ejercicios de caligrafía y mi primer intento de novela. Sí, empecé a escribir cuando aprendí a escribir. Y a día de hoy no soy capaz de dominar ese impulso. En los mundos que he creado las brújulas no funcionan. Estoy terriblemente perdida. Y tengo suerte de que esté sonando esta canción. Es la canción que en este momento me permite recordar esa sonrisa. Y por ello soy capaz de escribir estas líneas.
domingo, 23 de agosto de 2015
miércoles, 12 de agosto de 2015
Clara
-Te he querido desde aquella mañana de invierno, Clara.La historia no empieza así. El verdadero principio, al menos, el principio interesante, se remonta a antes de conocer a Clara.
Conseguí la beca en la universidad que quería. Mi madre se emocionó al saberlo y se puso a llamar a toda la familia para contarlo mientras lo publicaba en Facebook. Cosas de madres, supongo. Mi padre se limitó a darme uno de esos abrazos con palmadita en la espalda incluida, creo que significa "Estoy orgulloso de ti" o algo por el estilo. Y a pesar de que faltaban semanas para que me mudara a un pequeño estudio cerca de la universidad, empecé a preparar las maletas aquella misma tarde. Sí, estaba más emocionado que cuando me regalaron la bicicleta roja a los doce años.
Llegó el día. Mi primo Tomás, que tenía una camioneta, se había ofrecido a echarme una mano con la mudanza. Mi madre se emocionó, a pesar de que ya habíamos quedado para comer el próximo domingo. Mi padre tan sólo llevó un par de cajas hasta la camioneta y me deseó buena suerte. Durante los cuarenta y cinco minutos de viaje fuimos escuchando Bon Jovi, hasta entonces, no tenía ni idea de que mi primo fuera su fan.
Antes he dicho que este era el principio interesante, pero tal vez no lo sea tanto como me pareció en un principio. Bien, haré un resumen rápido hasta llegar al invierno.
El estudio, pequeño pero acogedor, fue perfecto desde el principio. Empecé el curso lleno de motivación, hasta que me topé con el profesor de alemán, un hombre antipático hasta con los gatitos. Encontré trabajo a tiempo parcial en una cafetería junto a la universidad, la jefa era la persona más amable y comprensiva del mundo. Allí conocí a Clara.
Era Sábado por la mañana. Mi turno empezaba a las siete y terminaba a las doce. A las once menos cuarto, más o menos, mientras limpiaba una mesa, entró un ángel. Al principio no me di cuenta, estaba de espaldas a la puerta. Pero en cuanto me giré para atenderla... No sé como describirlo.No diría que fue amor a primera vista, no me gusta ese termino, pero, qué demonios, lo fue. En cuento la vi quise saberlo todo de ella. Estuve a punto de invitarla a salir en vez de preguntarle si quería el café solo o con leche.
Tras un café con leche y canela se marchó. Lo último que le dije fue "Que tenga un buen día". Pensé que hubiera sido genial haberle preguntado su nombre al menos. Pero volvió al día siguiente, y se lo pregunté cuando fui a llevarle el café. Y el lunes me levanté más temprano para ir a la cafetería antes de clase, por si ella estaba allí. Qué suerte tuve. Pedí un desayuno y me senté junto a ella en la barra. Y aquella fue nuestra primera conversación de verdad. Supe que se había mudado hacía sólo unas semanas, era reportera en el periódico nacional desde hacía dos años y le encantaba la canela. Claro que yo también le hablé sobre mí, pero apenas escuchaba mis propias palabras. Todo cuanto veía y oía era ella. Hasta que Natalia, la dueña, me advirtió de que se me hacía tarde. Me despedí de las dos y me fui, mirando atrás con tanta frecuencia que tropecé al menos dos veces.
Fueron como dos meses de vernos sólo en aquella cafetería. Hasta que me atreví a dar el paso de invitarla a salir. A la feria del libro, con la excusa de que a ambos nos gustaba la literatura. La noche anterior apenas pude dormir, estaba nervioso. Me sentí como un idiota, ya había tenido citas antes, mucho más formales que un paseo por la feria del libro. Era el amor lo que me hacía sentirme así.
Llegué una hora antes, quería decírselo aquel día. Quería decirle que la había querido desde aquella mañana de enero. Que no podía pensar en nada que no fuera ella. Y practicaba en susurros hablándole a una farola "Te he querido desde aquella mañana de invierno, Clara". Pensaba decírselo en cuanto llegara.
Y esperé, poniéndome cada vez más nervioso, andando en círculos. Y la hora se esfumó en lo que pareció una eternidad. Pero Clara no llegó. Las cuatro horas siguientes la busqué, pero ella no estaba ahí. Tampoco apareció al día siguiente en la cafetería, ni el resto de la semana. Natalia no sabía nada de ella. Al cabo de un mes fui a las oficinas del periódico nacional. Nadie supo o quiso decirme nada acerca de Clara, según ellos. Nadie con ese nombre trabajaba allí. Sí, debí haberle pedido su número, su email o alguna otra forma de contactarla. Fui un idiota, ¿no es cierto? Supongo que enamorarte te hace volverte idiota.
Y me aferré como el idiota que era, como el idiota que soy, a la idea de que iba a volver a verla. Y volví a la feria del libro al año siguiente, y no dejé que pasara ni un solo día sin desayunar en la cafetería. Pero Clara no volvió a aparecer. Fue como si nunca hubiera existido.
Sigo desayunando en la cafetería, pero ya lo hago por costumbre. Sigo yendo a la feria del libro, porque me gusta. Sigo pensando en Clara, porque aún la quiero. Pero Clara ha desaparecido. Ahora ya sólo es un bonito sueño que tuve durante unos meses.
domingo, 9 de agosto de 2015
En realidad no soy más que lágrimas.
Hay niebla en mi mente, y no distingo horizontes.
No me molestaría ser polvo y huesos.
Ya que sólo soy una mezcla más compacta de lo mismo.
Y carezco de importancia, llena de ignorancia. En un mundo demasiado grande para mi tamaño.
Sudor y sangre que no crean nada, esfuerzo inútil, apariencia inútil.
Tengo hambre, ¿pero debería alimentarme? Tal vez sea un parásito, disfrazado de falsos halagos.
Mi alma ha muerto entre tanta falsedad. He dejado de saber si estoy bien o estoy mal.
¿Por qué yo? Cuando podría haber otro, respirando este oxígeno que siento como robado.
Desearía ahogarme en pesadillas espantosas, más dulces que la realidad. Hasta el punto de morir por sobredosis.
Un atajo hacia el final del camino, los pies destrozados dejando huellas sangrientas.
Querida hada madrina, si alguna vez has existido, tu misión de velar por mi ha sido todo un lío. Deja que 'los malos' devoren mi cadáver.
Que toda mi existencia desaparezca en un suspiro.
Ningún rastro de mi, sin recuerdos del olvido.
Me esfumaré completamente, adiós a la niebla de mi mente. Y a mi.