Voy a desaparecer hoy de tu existencia,
no sin antes darte las buenas noches.
No quiero que pienses que me marcho y te abandono,
aunque sea precisamente eso lo que hago.
Pero no quiero que recuerdes la cobardía que me empuja ahora,
cuando te escribo una carta que probablemente nunca leerás,
que probablemente nunca sacaré de mi bolsillo.
Quiero que recuerdes cómo solíamos ser,
cómo soliamos dejarnos llevar por la marea de la alegría
cuando ignorábamos que el final se acercaba poco a poco.
Esos son los recuerdos que me han mantenido a tu vera estos meses,
los recuerdos por los que no soy capaz de decirte la verdad,
por miedo a remplazarlos por el dolor que supone una verdadera despedida.
Pero tengo que hacerlo,
si no me voy ahora nos precipitaremos al vacío.
Aún no te has dado cuenta, pero sé que lo sabes,
nos hemos evadido tanto del resto del mundo que hemos estado a punto de fundirnos en el otro.
Tal vez cuando despiertes y no me encuentres te cueste entenderlo
pero en algún momento lo comprenderás.
Estoy intentando salvarnos a base de evadirme de ti y fundirme con el mundo.
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