Todas y cada una de tus malditas palabras han perdido el sentido.
Y tus engaños de plata bordada se han evaporado con el sol.
Escapé de la prisión en la que encerraste mis venas.
Corrí a lo largo de milenios para alcanzarte, para abrazarte.
Y tú, maldito traidor, estabas vendiendo la llave de mi corazón.
Decías continuamente que yo era la cruz de tu mapa, un tesoro.
Me mirabas a los ojos y susurrabas palabras como estrellas.
Siempre creí que eras mi mayor aliado, y que me salvarías de todo.
Fui una ingenua y una idiota, pensando siempre en tu perfume.
Recogí todos los pedazos en los que me convertiste, y me fui.
Quise abandonar todos los recuerdos de sonrisas de mentira.
Pero nuca he sido capaz de olvidarte, maldita sea.
Y sólo me queda una solución.
Si no puedo dejar de amarte, entonces dejaré de amar.
Voy a vagar sin rumbo, sin hogar, sin emociones y sin ti.
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