martes, 3 de octubre de 2023

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 Ha pasado mucho tiempo. Otra vez.

Estaba en la calle cuando me han entrado las ganas de escribir y se me ha encendido la chispa. Pero ahora, sentada frente al ordenador, me doy cuenta de que no he conseguido conservarla.

Pero quería hablar de muchas cosas. De cómo la vida es tremendamente complicada. A veces miro con nostalgia al pasado, concretamente a esos buenos cuatro años en los que mi vida era un desastre y fantaseaba constantemente con desaparecer mientras soportaba el peso de dos mundos en mis hombros. Era horrible. Pero tenía a mi lado a gente a la que nunca podré dejar de querer, personas increíbles que sin saberlo me salvaron la vida. Hoy paso meses sin verles y ni siquiera hablamos todos los días. Mi vida ha dado un cambio brusco y ahora lucho por ella y mis fantasías han cambiado, pero aunque la perspectiva del futuro ha mejorado y la mayor parte de los días incluso me atrevo a decir que soy feliz, ahora mi rutina son otras personas. Entiendo que no puedo quejarme, porque he encontrado en otros brazos un lugar seguro, he profundizado en otras amistades y he tomado otras costumbres. Tiendo a pensar que no soy de esas personas que echan de menos - aunque a veces me sorprenden mis propias lágrimas de nostalgia - pero echo de menos las horas de risas, confidencias, juegos y trabajos en el suelo de mi cueva personal. No quisiera volver a vivir ahí porque la vida cambia y avanza y mis esquinas se me han quedado pequeñas. Pero volvería con los ojos cerrados a pasar una noche más así. Sé que ya nunca será igual, al menos no exactamente igual. Pero quiero guardar siempre estos recuerdos en un baúl especial. Todo el mundo tiene sus defectos y sé que tiendo a idealizar lo que teníamos. Pero, ¿Cómo no voy a idealizarlo? Es difícil no poner en un pedestal aquello que fue tantas veces mi motivo de seguir adelante.

Sé que soy un desastre. En realidad como amiga me considero regular, me cuesta sacar tiempo y no me gusta salir de mi zona de confort. Así que considero todo un logro aquellas salidas. Y recuerdo con amor vuestra paciencia y apoyo. Ojalá haya podido daros yo al menos la mitad de lo que me habéis dado.

Supongo que por mucho que creyese que todo iba a seguir igual al final cada vida tiene su ritmo y cuando son distintos no se puede coincidir con tanta facilidad. Y no me molesta, no lo echo de menos de esa forma. Pero me da pena que eso pueda diluir la relación, me da miedo que se levanten muros que antes no estaban, porque no quiero que seamos extraños, aunque pasen los meses y los años. Y es parte del motivo por el que no quiero deshacerme de la identidad que nos une, y es parte del motivo por el que siendo orgullo de la misma.

Voy a dejarlo estar, porque empiezo a sentirme ridícula habiendo llorado tanto por lo mismo cuando siempre me habéis recibido con los brazos abiertos. Gracias.

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