- ¿Todo bien por aquí?
- Sí-. Suena más como un gruñido que como una respuesta, ni siquiera se gira para mirarme, sigue revolviendo montañas de libros y anotando a saber qué en un enorme cuaderno-. ¿Qué quieres?
- Venía a ver si estabas bien, llevas días sin salir de aquí.
Me asomo por encima de su hombro para echar un vistazo a sus apuntes, números que no tienen ningún sentido para mi junto a títulos de libros y fechas que tampoco parecen estar relacionadas, algunas de ellas tachadas. Un libro pasa volando demasiado cerca de mi cara, me aparto rápidamente, aún no entiendo cómo es posible que todos estos libros no estén destrozados ya.
- Tampoco es que suela salir mucho de aquí -. Se gira para coger un par de libros de una de las pilas que tengo a mi lado y sin tan apenas mirarlos los coloca en otra y apunta sus títulos junto con mas fechas inconexas -. Simplemente no me había dado cuenta del paso del tiempo.
- ¿Que no te habías dado cuenta? -. De repente me doy cuenta de lo que eso significa -. Espera, ¿Cuánto llevas sin comer?
- Tobi trajo comida -. Señala una bandeja con platos apilados sin fregar que descansa sobre una pila de libros más alejada -. Eso fue lo último que comí, no tengo hambre cuando estoy reorganizando, solo después.
La biblioteca es enorme, no puede verse el final de la sala desde la puerta, puede que en parte se deba a la tenue iluminación, pero todas las paredes están plagadas de estanterías que rozan el techo y distribuidas de forma casi laberíntica, parece imposible encontrar un libro concreto en todo este caos, aún más imposible me parece organizar todo esto, no pensaba que tuviese siquiera un orden definido a juzgar por lo que había visto en mis anteriores visitas. Nadie podría pasar tanto tiempo sin comer sin desmayarse como mínimo. Aunque prefiero no preguntar y volver más tarde con otra bandeja de comida.
- Me llevaré esto y te traeré algo de comida -. Recojo la bandeja y procuro que no se me caiga nada mientras esquivo los libros.
- Hm, gracias.
Creo que asiente con la cabeza y sonríe, pero el pelo le cae en mechones desenredados por delante de la cara y apenas puedo verla. Sigo esquivando libros hasta llegar de nuevo a la puerta, escucho el sonido de otro volumen estrellándose contra el suelo mientras salgo.
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