martes, 10 de enero de 2017

Traidor.

A veces echo de menos
la sensación de tus manos desgarrando mi cuerpo.
El sonido de tus pasos resbalando por mi habitación,
seguidos por el caer de tu cuerpo sobre el gastado colchón.
A veces añoro la forma en la que parecías llenar mi vacío,
como si realmente fueras importante,
como si yo lo fuera.
Pero entonces recuerdo que sufría de ceguera.
Recuerdo como no vi quién eras realmente,
porque todos los días eras distinto.
Y creí en todos tus cuentos como un niño idiota que solo quiere soñar.
Recuerdo como me miraste a los ojos fijamente,
mientras tu mirada prendía fuego a la mía,
mientras tus manos tomaban las mías,
mientras me mentías sin siquiera dudarlo.
Es en esos momentos cuando no puedo evitar reírme de mi mismo.
Porque a pesar de que recuerdo como jugaste conmigo,
destrozándome sin piedad,
aún tiemblo con el recuerdo de tus manos recorriéndome.
Aún deseo, odiándome a mí mismo, volver a perderme en tu fragancia.

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