jueves, 24 de diciembre de 2015
Doble cara.
¿Por qué resulta tan difícil? El simple hecho de estar en su presencia a veces me aturde. No puedo evitar el mirarle de vez en cuando sin que se de cuenta y que me tiemblen las manos cuando me acerco demasiado. No soy capaz de mantener la mirada cuando mira en mi dirección y trato de obviarlo cuando no tengo más remedio que prestar atención a algo de su alrededor. Pero es difícil. Porque el trozo de mi alma, destrozada, que le pertenece no deja de gritar su nombre y lucha para acercarse. Y debo impedirlo, debo mantener las distancias y ser como un cubito de hielo.
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