Te veo caminar, con la sonrisa puesta y la mochila a la espalda
y veo las huellas que dejan tus pisadas, me hundo en ellas.
Y no sé cómo decirte, como pedirte, que dejes que sea yo quien lleve la mochila,
al menos durante un trecho.
No quiero hundirme en tus huellas mientras sonríes como si no te estuvieses ahogando.
No encuentro el modo de decirte que estoy aquí,
a tu lado, queriendo cogerte la mano.
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