Sé cómo eres y precisamente por eso sé que no pretendes destrozarme cuando me empujas bajo la avalancha de tus palabras. Pero has juzgado mi existencia y has reavivado las llamas de mi infierno y aún así me has acusado por atreverme a llenar de agua un cubo para tratar de apagarlas. Sé que no estás bien. Pero no es justo que por ello me condenes sin saber siquiera que llevo siglos enterrada mientras reias en mi lápida.