domingo, 28 de agosto de 2016

N.D.

"Está vivo."

Le dio una patada a la silla, lanzándola contra la pared. Estaba enfadado, pero no de la forma en la que siempre solía estarlo. Estaba enfadado porque se sentía impotente, débil y estúpido. LE temblaban las manos, cerradas en puños, que estrellaba contra lo primero que encontraba, como si aquello fuera a librarle de la confusión en la que estaba inmerso.
Nunca se había sentido de esa forma. Siempre había tenido clara su meta, nunca había dudado de sí mismo, nunca se había sentido inseguro. Y ahora los pilares sobre los que había basado toda su existencia se resquebrajaban.
Destrozó un tercer mueble antes de darse cuenta de que le sangraban los nudillos, un cuarto antes de parar a quitarse las astillas que se habían clavado en las heridas. Y otro más antes de salir dando un portazo. Y dio un último golpe a la farola encendida frente a la puerta de la casa.
Pero ninguno de esos golpes sirvió de nada.

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